Revista Tricolor y Rafael Rivero Oramas, su director quien incorporó textos informativos, históricos, folklóricos, así como un espacio importante para la literatura

La importancia de su contribución a la creación de un pensamiento y una estética venezolana sobre la literatura y el arte dirigido a la infancia. Se percibe la necesidad de educar al futuro hombre que el país requería desde la perspectiva de un sujeto integral, con rasgos pluriculturales y universales. Tricolor sale a la luz pública un 24 de marzo de 1949 no el 4 de febrero de 1949, que se ha impuesto

Rafael Antonio Rivero Oramas fundó las siguientes revistas: El Fakir (1924); Cúas Cuás (1925), junto con Alejandro Alfonzo Larrain (Alfa); Caricaturas (1926), de la cual era cofundador y codirector; Onza, Tigre y León (1938); Tricolor (1949); y cofundó la Revista Nacional de Cultura. Colaboró en El Heraldo, Fantoches, Billiken, Élite y La Esfera.

Realizó cortos y largometrajes y con su hermano Aníbal fue uno de los pioneros de este arte en Venezuela; fundó el estudio cinematográfico, Estudios Ávila. En 1931, participó en el II Salón de Humoristas Venezolanos, en el Ateneo de Caracas. Pionero de la radiodifusión venezolana, fundó con Édgar Anzola la Broadcasting Caracas y creó el famoso personaje Tío Nicolás. Fue ilustrador, para la editorial Élite diseñó las portadas de obras Barrabás (1928), de Arturo Uslar Pietri (1906-2001), y Doña Bárbara (1929), de Rómulo Gallegos (1884-1969). Fue director de producción de Bolívar Films (1942).

Realizó las siguientes películas: Un galán como loco, Forasteros en Caracas, Ayarí, el veneno del indio, Taboga (1936) [Película con la que dio inicio al cine sonoro en Venezuela, como siendo su director y editor]; Juan de la calle (1940-41); y Dos hombres en la tormenta (1945).

Realizó las "Revistas musicales" (1939-40), producidas por el Ministerio de Obras Públicas.

Presentó su programa "Los cuentos del Tío Nicolás" por Radio Caracas Televisión, RCTV (1954). Presentó dos recopilaciones de cuentos en 1932: Tío Conejo detective y La bruja Candelaria.; publicó La danta blanca (novela juvenil, 1965), Abejas criollas sin aguijón (1973), El mundo de Tío Conejo (1974).

Ganó el 1er premio de cuentos infantiles de la editorial Doncel de Madrid, España, con la obra Atapaima y el tigre.

Autor de la obra pictórica La dama del florero (óleo sobre cartón,1947).


Se interesó en investigar la vida de las abejas e instaló en la azotea de su casa, colmenas.

Tricolor, un ejemplar que podríamos calificar como “raro” en nuestra historiografía en el campo hemerográfico dedicado a los niños venezolanos es digno de estudiar por la solidez que marcó ese proyecto. Una empresa editorial de gran alcance por los valores y sus aportaciones, donde el fin fundamental se centraba en las aspiraciones de formar lectores sobre distintas temáticas.

Tricolor tuvo un tiraje de 150.000 mil ejemplares y 51 años de publicación, con pequeños tropiezos que hicieron aparecer hasta tres números en una revista, pero que guardaban la misma calidad y el compromiso con el cual se fundó.

Los primeros veinte años de la revista, período en que Rivero Oramas fue su fundador y director, Morita Carrillo jefe de redacción y Eddie Rojas director artístico, luego continuó en esta tarea María Teresa Hernández. Es importante señalar que la dirigieron a lo largo de su senda: Ligia de Lima Bianchi, Lilian Bermúdez, José Quiaragua, Sonia Flores Pitre, Luis García, y María Elena Maggi.

Con anterioridad, se habían generado algunas propuestas de publicaciones periódicas como: El amigo de los niños, que consistía en una publicación de la Oficina Central Catequística Arquidiocesana que apareció en abril de 1912 y se publicó hasta el mes de octubre de 1950, de igual manera surge Onza, Tigre y León, un proyecto de Mariano Picón Salas y Rafael Rivero Oramas que circuló entre los años 1938 y 1948.

Tricolor nace en el tiempo en que se constituye una Junta Militar después del derrocamiento de Rómulo Gallegos en 1948, que dura hasta el año 1950, presidida por el coronel Carlos Delgado Chalbaud y otros dos miembros: Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez. Augusto Mijares, ministro de Educación Nacional, el 4 de febrero de 1949 mediante una resolución del Ministerio de Educación Nacional, Dirección de Cultura y Bellas Artes Nº 13, crea la Revista: Por cuanto es deber del Gobierno de la República encauzar las experiencias y actividades educativas hacia la formación de una conciencia nacional basada en el conocimiento de nuestras características y en la apreciación justa de nuestros valores; y por cuanto es necesario dotar a los institutos de Educación Primaria de un instrumento didáctico auxiliar que satisfaga los intereses predominantes de los niños que a ellos ocurren, por disposición de la Junta Militar de Gobierno de los Estados Unidos de Venezuela Resuelve:

Artículo 1º.- Se crea la revista Tricolor, Repertorio Infantil Venezolano, la cual tendrá por objetivo procurar a los escolares material de trabajo adecuado y ameno, familiarizarlos con la historia y la geografía de Venezuela, ponerlos en contacto, en forma elemental con nuestras peculiaridades económicas y sociales, y estimular en ellos el culto de la Patria y la solidaridad continental. (1969: 7). Acompaña a esta resolución un comentario del ministro Augusto Mijares en el que señalaba el paralelismo que existió entre la Biblioteca Americana y el Repertorio Americano fundado por Andrés Bello, con el objeto de dar a conocer todas las producciones que tenían que ver con América y con sus hijos e historia y la creación de esta revista Tricolor que como un Repertorio Infantil Venezolano vendrá a cobijar a América como una nación, como la soñaron nuestros libertadores. Esta resolución de fundación constituyó un grito de valentía, pero también de angustia que reflejaba la necesidad educativa que tenía el país, de una formación del niño venezolano enfocada en los valores y en el fomento de la conciencia nacional, así como, el hecho evidente de conocernos y reconocernos como pueblo poseedor de un imaginario que debíamos fortalecer y compartir a nivel del continente, nuestro proceso de formación como nación.

En un estudio de María del Pilar Quintero, ésta sostiene que Tricolor tuvo su génesis en Onza, Tigre y León, como lo manifiesta su fundador Rivero Oramas (1969) en el número 201- 202 cuando la revista cumplía veinte años: “a fines de 1948, el Ministro de Educación, profesor Augusto Mijares, pensó en sustituir a la humilde “Onza, Tigre y León” por una gran revista de aspecto muy atrayente, con los más vivos colores y numerosas y lindas ilustraciones”, por eso, apoyándonos en lo señalado por Rivero es que encontramos la raíz de Tricolor en Onza, Tigre y León. Fue así, que a partir de un concurso interno donde participó el mismo personal que hacia la revista Onza, Tigre y León, presentaron un proyecto que se transformó en la pauta para la revista Tricolor.

María del Pilar Quintero, en ese estudio sobre la dimensión creadora de la edición, como obra artística-literaria en Rivero Oramas, sostiene que: “Es indudable que en ONZA, TIGRE y LEÓN, se plasmó el espíritu de una época de Venezuela ‘en apertura al mundo’, tanto a su mundo interior, como al exterior, y ello habrá sido soñado, deseado e intuido por muchos artistas y creadores de su tiempo” (2007: 122). La autora concluye su estudio señalando que: el sujeto venezolano, que se plasma en esta obra, en su pluralidad y complejidad, tiene una visión universal de sí mismo, y valoriza sus raíces culturales amerindias y afroamericanas, como también las hispanoamericanas, las tradiciones ancestrales campesinas e indígenas y simultáneamente los avances de la ciencia y de la técnica. Esta obra puede trasmitir a sus lectores: los niños y niñas, la existencia de un país maravilloso, con una geografía, una historia, una cultura particular, pero capaz a su vez de integrarse al conocimiento y los saberes también maravillosos que aportan la ciencia y la técnica más avanzada de su tiempo, sin perder por ello su propia identidad. En una dialéctica de identidad y pluralidad, particularidad y universalidad, ONZA, TIGRE y LEÓN, en su conjunto se constituye como una obra artística y literaria en la que se concretiza un sujeto histórico: el venezolano (Quintero, 2007: 129).

En nuestro país la modernidad estuvo signada por los aires de cambio, el impulso hacia el progreso se fue configurando hacia nuevos discursos críticos que buscaban diferentes caminos de expresión. Un permanente cuestionamiento reflexivo que formulaba interrogantes, cuestionando la verdad. El papel de la literatura en la construcción de la sociedad y su representación va configurando una serie de elementos que nos permiten pensar en Tricolor como una propuesta moderna de texto dedicado a la infancia. La revista quería presentar el sueño de un país viable para niños y niñas como lectores creativos, intentando instaurar la afirmación de una utopía posible, dentro de la metáfora del progreso y la civilización.

La revista Tricolor implicó un proyecto civilizatorio basado en la necesidad de educar al futuro hombre que el país requería, sus páginas permitían conciliar el término progreso con información a través de un despliegue artístico, sin perder el peso de nuestras raíces y los valores culturales de nuestro país. Este señalamiento, necesariamente, nos remite a revisar los postulados teóricos que han definido la estética de la modernidad. La revista buscó crear un nuevo lenguaje destinado al niño, donde la plástica tenía un espacio definido; no podemos olvidar que Rivero Oramas fue un artista por excelencia (cineasta, escritor, dibujante, ilustrador…) en él, la conciencia artística convergía en un cuidado por lo que se quería transmitir y la forma de llevarlo a cabo. La revista como una verdadera obra de arte no lo separó de la praxis de vida, como artista cuidó con esmero cada número y se comprometió con un trabajo impecable que permitía desarrollar el gusto estético de los niños en las historietas del Tío Nicolás como también se le conocía y utilizó la palabra como una invitación para entrar en un espacio donde la magia y la imaginación eran las protagonistas. Existía entre las imágenes y las ilustraciones que acompañaban los contenidos una interacción, una relación de complementariedad que se configuró para atrapar la atención de los más pequeños y de los adultos que la utilizaron.

La ilustración aclaraba, enriquecía y completaba el mensaje favoreciendo la comprensión. El lenguaje gráfico predominante respetaba al niño sin minusvalía, allí se expusieron obras de nuestros artistas (Virgilio Trómpiz, Cruz Diez, entre otros), con quienes Rivero además compartió la fundación de El Taller Libre de Arte. La invitación en cada número era de calidad y poseía una doble finalidad de información y de sensibilización. La mirada hacia nuestros referentes históricos, nuestra situación geográfica y social, así como los valores de la identidad, nuestras raíces, hacen de esta publicación un caso especial que presentó una estética muy particular.

Tricolor, como repertorio infantil, estaba destinado a un público específico, los niños, aunque existía un trasfondo como recurso pedagógico para los docentes. La historia de los materiales para la niñez siempre se ha debatido entre la diversión y el aprendizaje; esta producción no deja de responder a esa particularidad. Presentó una mirada de la infancia que la legitima frente al mundo del adulto. La revista Tricolor congregaba textos informativos, históricos, folklóricos, así como un espacio para la literatura, cargado de diversas formas literarias, entre las que podemos mencionar: cuentos, poesías, teatro, adivinanzas y comics. También se constituyó en un espacio para las voces de los intelectuales que hacían prácticas discursivas para la época (poetas, historiadores, científicos), así como los idearios de nuestros próceres que de alguna manera contribuyeron a crear el imaginario nacional, dándole un carácter interdisciplinario a la revista que servía para entender nuestra realidad, para ir definiendo el país que queríamos y hacia donde debíamos ir, utilizando como herramienta el arte y el conocimiento.

Existen algunos supuestos que debemos tomar en cuenta: 1.- Su fundador y creador Rafael Rivero Oramas fue asiduo colaborador de la Revista Élite (1925-1929, primera etapa) y (1930 segunda etapa), además de miembro fundador del grupo literario Válvula, representante de la intelectualidad venezolana del momento, apegándonos a lo expresado por Quintero: “es él, quien crea la portada del único número de la revista de la vanguardia artística venezolana: Válvula, y quien ilustra diversas obras literarias de escritores venezolanos” (2007: 117). Existe una tendencia a estudiar al hombre apegado a las manifestaciones de su actuar y esto nos lleva a pensar que Rivero, el hombre, no se desdoblaba para trabajar, y que existía un hilo conductor en su proceder, el cual reflejó una conciencia clara como sujeto-actor de la vanguardia en el país. Así como, participó en Válvula como grupo literario, configuró en el tiempo un proyectopara los más pequeños que reflejaba su ideología y su sistema de valores para con los niños., que unido a su decidido entusiasmo lo llevó a darle continuidad a un proyecto de forma certera. En el manifiesto de Válvula se marcaba una revuelta estética apuntando hacia un futuro de justicia y verdad, el problema de lo nacional y la valoración por el esfuerzo personal, Tricolor fue un proyecto individual de un intelectual comprometido que supo con su trabajo contagiar a otros pares, que vieron en la revista un camino de expresión auténtico. Entre ellos cabe destacar a Manuel Felipe Rugeles, Blanca Estrella, Morita Carrillo, Beatriz Mendoza Sagarzazu de Pastori, y más adelante Cóssimo Mandrillo, Alarico Gómez, Luis Eduardo Egui, Pilar Almoina de Carrera, Laura Antillano y Rosario Anzola, entre otros.

2.- Los contenidos tratados en ella, por el discurso modernista de cambio como necesidad de ponerse al día sin romper con el pasado, por los temas nacionalistas, por la identidad que se quería construir, así como la pasión crítica, que nos permitió reconocernos como seres de un territorio, con características particulares.

Rafael Rivero Oramas, una vida, una obra, una forma de apreciar el mundo.

Nace en Tácata, Miranda, 1904-1992. Novelista, humorista, cuentista, dibujante, caricaturista y cineasta. Su amplia labor periodística se encuentra en diversas publicaciones del país, entre las que destacan: El Sol, Fantoches, La Esfera, El Universal, y en revistas como El Fakir y Billiken, Cuás, cuás, Caricaturas y Revista Nacional de Cultura desde su primer número, noviembre de 1938, entre otras. Igualmente, se desempeñó como ilustrador y diseñador gráfico en la realización artística de diversas publicaciones escritas por personalidades como Arturo Uslar Pietri, Rómulo Gallegos, Jacinto Fombona Pachano, José Antonio Escalona Escalona, Luz Machado, entre otros.

Rafael Rivero Oramas es considerado, por su extensa labor en beneficio de la infancia venezolana, como “El Padre de la Literatura Infantil” en nuestro país. En 1931 crea su famoso personaje “El Tío Nicolás”, que él mismo define como “Viejo contador de leyendas y cuentos populares, inspirado en típicos campesinos de las montañas del estado Miranda”. Estos cuentos comenzaron a transmitirse entre 1932-1937 por Radio Caracas, Radio Difusora Venezuela, Estudios Universo, Ondas del Lago y Radio Difusora Nacional hasta mediados de 1962. Publicó en 1935 las “Aventuras del Tío Nicolás” a manera de historietas gráficas en el diario El Universal. En 1938 funda la revista para la infancia venezolana Onza, Tigre y León editada por el servicio de publicaciones del Ministerio de Educación Nacional a cargo de Mariano Picón Salas; revista que dirige, redacta e ilustra ininterrumpidamente desde su primer número, noviembre de 1938, hasta diciembre de 1948 cuando es sustituida por Tricolor. El 24 de marzo circula el primer número de esta última, al frente de la que Rafael Rivero Oramas, se mantiene en su condición de director fundador. En 1954 presenta los “Cuentos del Tío Nicolás” por Radio Caracas Televisión. En 1964 ocupa el cargo de primer presidente de la Sección Nacional Venezolana de la Organización Internacional del Libro Juvenil (IBBY) International Board on Book for Young People, adjunta a la UNESCO. Desde 1925 hasta 1957 realiza una fructífera labor como cineasta, desde películas cómicas, mudas, y documentales científicos, hasta aquellas basadas en cuentos literarios, o novelas como Doña Bárbara y Cantaclaro, para las que prepara los guiones junto con Jacobo Capriles, bajo la supervisión del propio Gallegos (1939- 1940). Miembro fundador de la AEV, Asociación de Escritores Venezolanos en 1937, y del Taller Libre de Arte en 1948, además de haber participado como integrante de la Fundación Venezolana para el Avance de la Ciencia, FUNDAVAC en 1957, de la Sociedad Bolivariana de Venezuela en 1959, y de la Organización Internacional para el Libro Juvenil en 1964. Entre los diferentes galardones obtenidos y que se refieren a su labor a favor de la Literatura Infantil en nuestro país destacan las siguientes: En 1940 Diploma de Honor de la “Exposición Internacional de Publicaciones Periódicas de la Biblioteca Popular de las Américas”, República Argentina, por su labor al frente de Onza, Tigre y León; en 1964 la “Orden Andrés Bello” en su Tercera Clase otorgada por el Ministerio de Educación de Venezuela y, en 1965 obtiene el Primer Premio del Concurso de Cuentos Infantiles promovido por la Editorial Doncel de Madrid con el cuento Atapaima y el Tigre. Aparte de su novela La danta blanca, destacan sus cuentos que, basados en la literatura de tradición oral encontramos hoy, recreados por su pluma y editados especialmente para el público infantil. Junto con Olivares Figueroa, se le reconoce a Rivero Oramas ser uno de los grandes pioneros de los estudios del folklore y de los trabajos de recopilación de la literatura popular de nuestro país, de lo que ambos han dejado testimonio en las revistas Onza, Tigre y León, y Tricolor.

Entre sus obras: La bruja Candelaria. (1932), Tío Conejo detective (1932), Pantomimas del tío Nicolás. El pájaro encantado (1934), Pantomimas del tío Nicolás. La sangre del sapo negro (1934), La danta blanca (novela) (1965), “La carpa de Pulgarcito”, en Efraín Subero. Historia de Caracas, breve crónica ilustrada (1967), La ratoncita Margarita (1950), Titirifí, el perrito del circo (1950), Aventuras de Mediecito (1950), Teatro Escolar (1970), Abejas criollas sin aguijón (1973), El mundo de Tío Conejo (1973), El hojarasquerito del monte (1981), La piedra del zamuro: un cuento de Tío Nicolás (1981), “Pedro Rímales, curandero”, en Cuentos picarescos para niños de América Latina (1983), Tío Caricari: un cuento de Tío Nicolás (1989), Cantos de fragancia, amores y tierra (1991), El hombre, el tigre y la luna (1994), “La Historia de tío sapo” (1996), El hombre, el tigre y la luna (1998). Para finalizar, conviene señalar que quedan aún muchos aspectos por investigar.

La revista en principio se presta para ser abordada desde diversos puntos de vista, ella interpretó una realidad y se transformó en la expresión literaria más representativa para los niños en nuestro país, aportó para la construcción del imaginario nacional y esto nos lleva a afirmar que Rivero Oramas en el proyecto editorial Tricolor, compartía la expresión de Gallegos: “Sentir a Venezuela como pasión y como destino”.

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