En la linea de "El Profeta" obra maestra, en 1896 de Yibrán Jalil Yibrán (en árabe, جبران خليل جبران بن ميخائل بن سعد‎, Ŷibrān Jalīl Ŷibrān ibn Mijā'īl ibn Sa'd; Bisharri, 6 de enero de 1883-Nueva York, 10 de abril de 1931) poeta del exilio fue escrito por Luis Enrique Aguilar León (1925-2008): «He aquí que el Profeta hable de los cubanos», publicado en el diario Las Américas de Miami en diciembre de 1986, hoy aplica a los venezolanos.

ALMUSTAFA, el protagonista de la obra, mantiene la postura que es su apuesta desde el AMOR. Hace recordar con ésta, la manera socrática, cuando, en el banquete, el sabio sugiere que: -Loar (al Dios Eros, en ese caso) es elegir entre todas las verdades, por el Dios emanadas, las más bellas-.

ALMUSTAFA, por su propia elección, y como caminante, vive en soledad, silencio, escucha, reflexión. El caminante elige, región y gentes: las de ORFALASE, para vivir su experiencia. Allí, inicialmente, sólo es aceptado, escuchado y por lo tanto, animado, por una mujer que hacía el oficio de sacerdotisa en el templo: ALMITRA. Misma quien escuchara, y pensativa se quedara, sus últimas palabras, antes de él partir hacia las tierras de su origen.

El pueblo de ORFALASE, no obstante su inicial rechazo al extraño

caminante, poco a poco, va afectándose de una también extraña e

insondable felicidad, lo que le hace intuir que el extranjero no sólo

es extraño sino sabio, comienza, entonces, a atraerlo hacia sí, pero,

el extraño se rehúsa a toda invitación, honor, protección.

El extraño extranjero, sólo camina, escucha, reflexiona, y vive.

Al final de la estadía de ALMUSTAFA en ORFALASE, al llegar el barco en que habría éste de irse, momento de su partida, el pueblo de ORFALASE: reunido, desde todos los confines de su región, en la plaza, frente al templo y su sacerdotisa; pide, al ahora Maestro, que hable, que enseñe lo que ha descubierto, que les regale con lo que le ha sido develado para ellos transmitirlo a sus hijo y éstos a los suyos.


En esa onda fue escrito por Luis Enrique Aguilar León (1925-2008): «He aquí que el Profeta hable de los cubanos», publicado en el diario Las Américas de Miami en diciembre de 1986 y en el que, imitando a Kahlil Gibrán en El Profeta, critica irónicamente y con amargo dulzor la idiosincracia cubana el intelectual historiador, ensayista político y profesor cubano, nacido en Manzanillo (Oriente),


He aquí que el Profeta hable de los cubanos

Las Américas, Miami, diciembre 1986

Desde una roca en el puerto, el Profeta contemplaba la blanca vela de la nave que a su tierra natal había de llevarlo. Una mezcla de tristeza y alegría inundaba su alma. Por nueve años sus sabias y amorosas palabras se habían derramado sobre la población. Su amor lo ataba a esa gente. Pero el deber lo llamaba a su patria. Había llegado la hora de partir. Atenuábase su melancolía pensando que sus perdurables consejos llenarían el vacío de su ausencia.

Entonces un político de Elmira se le acercó y le dijo: Maestro, háblanos de los cubanos.

El profeta recogió en un puño su alba túnica y dijo:

«Los cubanos están entre vosotros, pero no son de vosotros. No intentéis conocerlos porque su alma vive en el mundo impenetrable del dualismo. Los cubanos beben de una misma copa la alegría y la amargura. Hacen música de su llanto y se ríen con su música. Los cubanos toman en serio los chistes y hace de todo lo serio un chiste. Y ellos mismos no se conocen.

«Nunca subestimes a los cubanos. El brazo derecho de San Pedro es un cubano, y el mejor consejero del Diablo es también cubano. Cuba no ha dado ni un santo ni un hereje. Pero los cubanos santifican entre los heréticos, y heretizan a los santos. Su espíritu es universal e irreverente. Los cubanos creen en el Dios de los católicos, en Changó, en la charada, y en los horóscopos al mismo tiempo. Tratan a los dioses de tú y se burlan de los ritos religiosos. No creen en nadie y creen en todo. Y ni renuncian a sus ilusiones ni aprenden de sus desilusiones.

No discutáis con ellos jamás. Los cubanos nacen con sabiduría inmanente. No necesitan leer, todo lo saben. No necesitan viajar, todo lo han visto. Los cubanos son el pueblo elegido… de ellos mismos. Y se pasean entre los demás pueblos como el espíritu se pasea sobre las aguas.

Los cubanos se caracterizan individualmente por su simpatía e inteligencia, y en grupo por su gritería y apasionamiento. Cada uno de ellos lleva la chispa del genio, y los genios no se llevan bien entre sí. De ahí que reunir a los cubanos es fácil, unirlos es imposible. Un cubano es capaz de lograr todo en este mundo, menos conseguir el aplauso de otros cubanos.

No les habléis de lógica. La lógica implica razonamiento y mesura, y los cubanos son hiperbólicos y desmesurados. Si os invitan a comer, os invitan a comer no al mejor restaurante del pueblo, sino «al mejor restaurante del mundo». Cuando discuten no dicen «no estoy de acuerdo con Ud., dicen «Ud. está completa y totalmente equivocado».

Tienen una tendencia antropofágica: «¡Se la comió!», es una expresión de admiración, «comerse un cable», señal de situación crítica, y llamarle a alguien «comedor de excrementos» es su más usual y lacerante insulto. Tienen voluntad piromaniaca, ser «la candela» es ser cumbre. Y aman tanto la contradicción, que llaman a las mujeres hermosas «monstruos» y a los eruditos «bárbaros», y cuando acceden a un favor no dicen «si» o «no», sino que dicen «sí, como que no».

Los cubanos intuyen las soluciones aun antes de conocer los problemas. De ahí que para ellos «nunca hay problema». Y se sienten tan grandes que a todo el mundo le dicen «chico». Pero ellos no se achican ante nadie. Si se les lleva a visitar el estudio de un famoso pintor, se limitan a decir «a mí no me dio por pintar». Y, sin embargo, su hablar está matizado por los diminutivos. Piden «un favorcito», ofrecen «una tacita de café», visitan «por un ratico», y de los postres sólo aceptan un «pedacito».

Cuando visité su isla me admiraba su sabiduría colectiva. Cualquier cubano se consideraba capaz de liquidar al comunismo, enderezar a la América Latina, eliminar el hambre en África, y enseñar a los Estados Unidos a ser potencia mundial. Cuando quise predicarles mis ideas, empezaron por enseñarme como yo podía llegar a ser un buen predicador. Y se asombran de que las demás gentes no acepten cuan sencillas y evidentes son sus fórmulas. Así, viven entre Uds. Y no acaban de entender por qué ustedes todavía no hablan como ellos».

Había llegado la nave al muelle. Alrededor del Profeta se arremolinaba la multitud transida de dolor. El Profeta tornose hacia ella como queriendo hablar pero la emoción le ahogaba la voz. Hubo un largo minuto de conmovido silencio. Entonces se oyó la imprecación del timonel de la nave: «Decídase, mi hermano, dese un sabanazo y súbase ya, que ando con el schedul retrasao». El Profeta se volvió hacia la multitud, hizo un gesto de resignación y lentamente abordó la cubierta. Acto seguido, el timonel cubano puso proa al horizonte.


Seguramente reconfortado con la popularidad que alcanzó este artículo, Aguilar León volvió dieciséis años después a la veta que le había abierto Kahil Gibran y el 9 de junio de 2002, en El Nuevo Herald de Miami, escribió de nuevo sobre el Profeta y Cuba.


El Profeta habla del regreso a Cuba

El Nuevo Herald, Miami, 9 de junio de 2002

En cuclillas, a orillas del mar, el Profeta trazaba en la arena rasgos enigmáticos y observaba cómo las olas los borraban lentamente. Entonces un grupo de cubanos se le acercó y uno de ellos le dijo: «Maestro, háblenos de cuándo regresaremos a Cuba». Irguiendo la frente hacia el horizonte, el Profeta habló casi en susurro.

«Ustedes no están en Cuba, pero Cuba está en ustedes. Cuba es una isla cargada de dolor y de alegría. Aférrense a ese dolor, porque en él están las raíces de su pueblo; cultiven esa alegría porque ella es el carácter que salva a ese pueblo. Dondequiera que ustedes estén, el sufrimiento los hermana; donde quiera que ustedes canten, canta el indomable espíritu y la dolorosa esperanza de ese pueblo. Ustedes son una ola en el mar infinito de la patria. ¿Por qué preocuparse tanto por el 'cuándo van a volver', si ustedes no saben cuándo van a morir?

«Ustedes se afanan todos los días en sus menesteres, y hacen planes de futuro y no se preocupan por cuándo llegará el viento negro que borra los semblantes. Pues bien, trabajen con igual fervor por el retorno a la patria y no se preocupen por cuándo ha de llegar la hora del retorno. ¿O es que el amor tiene una cuota de tiempo y la esperanza un término fijo, y el deber un plazo limitado? Cumplid la cuota de deber de cada día y cada día mejoraréis la faz del futuro. Pero no le pidáis al futuro que os señale una fecha.

«Vivan con la ilusión del regreso, pero no crean que van a regresar a la ilusión. Las arenas del tiempo caen inexorablemente, y nadie retorna a su pasado o a su juventud. 'Generación va y generación viene, mas la tierra permanece siempre', dice la Biblia. Hubo una Cuba antes de vosotros y habrá una Cuba después de vosotros, pero la que ustedes conocieron y amaron no la han de encontrar jamás. Ella es parte de vuestra música y parte viva de vuestro dolor, pero el recuerdo amado es como la luz de un farol rodeado de sueños que se va extinguiendo en la mente.

«Aprendan la parábola de una madre prudente a quien su hijo le dijo: 'Madre, enseña a mi esposa a hornear el pan, porque el que ella me hace nunca sabe como el que tú me hacías'. Y la madre prudente le respondió: 'Ni yo ni nadie puede hornearte ese pan, hijo mío. Yo lo cocinaba para un muchacho de doce años que corría como el viento y tenía un voraz apetito. Mas tú eres ahora un hombre de cuarenta años volcado en el trabajo y los problemas. Yo puedo ofrecerte el mismo pan que siempre hago, pero no puedo devolverte la energía ni la voracidad de los doce años. Vuelve a tu esposa y aprende a disfrutar el pan de los cuarenta. El de los doce años nadie te lo puede devolver'.

«Cuidad de vuestros hijos, y no permitáis que la ilusión del regreso se convierta en tema que os separe de ellos. Ellos marchan detrás de ustedes, pero su visión cabalga a la vanguardia de ustedes. Y el futuro de la caravana está en las manos de aquéllos que sepan mirar con ojos firmes el mañana. Muchos cubanos han ayudado y van a ayudar al regreso, aun cuando ellos mismos no lograron o no lograrán regresar. Y en ellos alentó y alienta el verdadero amor a la patria. Pues, ¿quién tiene más mérito, aquél que trabaja esperando una recompensa o aquél que se sacrifica sin esperar recompensa? ¿Quién tiene más valor, quien siembra para recoger su cosecha, o quien siembra esforzándose porque la cosecha sea fecunda y a todos aproveche?

«Trabajad cada día para que haya una amplia y generosa cosecha que abrigue a los cubanos de hoy y a los de mañana. Y si alguien os critica venenosamente, no permitáis que el odio tienda sus negras alas en vuestras almas y cubra de resentimientos el futuro. No olvidéis que aun cuando parezcan triunfantes, los malvados saben cuán ásperas se tornan las horas del odio; y odiar al tirano no justifica derramar odio en todos los rincones. Vuestro pueblo marcha hoy malherido y necesita vasto apoyo y larga generosidad; ofrézcanle toda la cuota que puedan ofrecer. Y no olvidéis que no ha bastado aprender las palabras de vuestro apóstol para crear libertad; es necesario conocer su conducta, que debió haber sido modelo de ética en vuestra historia. De ahí que sea más sabio preocuparse más del cómo que del cuándo será el regreso».

Y el Profeta reclinó su mirada y volvió a trazar rasgos en la arena y a observar cómo las olas barrían lentamente las huellas de sus trazos.

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